Tecmerin. Revista de Ensayos Audiovisuales
Nº 12 – 2023 (2)
Rapuncelia
Joseph M. Johnson (University of Massachusetts-Amherst)
Los cuentos de hadas resuenan a lo largo de toda la vida, estableciendo las reglas de la conducta social. De hecho, esta parece haber sido su función principal desde el principio, más allá de su valor como entretenimiento infantil. En el caso de las mujeres, estos cuentos han servido específicamente para reforzar las expectativas heteropatriarcales; nos advierten de las desgracias que aguardan a las mujeres que no hacen caso. Y las mujeres mismas han sido cómplices en la transferencia de estas normas de generación en generación, condenando a sus hijas y sus nietas a existencias tan abnegadas como las de sus bisabuelas. Como afirma Karen Rowe:
«If a daughter rebels, then she risks social denunciations of her femininity, nagging internal doubts about her gender identity, and rejection by a mother who covertly envying the daughter’s courage must yet overtly defend her own choices. Furthermore, romantic tales point to the complicity of women within a patriarchal culture, since as primary transmitters and models for female attitudes, mothers enforce their daughters’ conformity. Yet, traditional patterns, no less than fantasy characterizations and actions, contribute to the fairy tale’s potency as a purveyor of romantic archetypes and, thereby, of cultural precepts for young women» (Rowe, 238).
Pero una nueva generación cuestiona estos cuentos, y propone interpretaciones modernas que subvierten los prejuicios y los miedos de sus antepasados. Las mujeres han emergido con fuerza en la producción cinematográfica en España, y se aprovechan de la oportunidad de reivindicar este espacio moral, actualizando el software cultural que los cuentos de hadas constituyen.
Pilar Palomero reconstruye el cuento icónico “Rapunzel” con su filme Las niñas (2020) presentando una visión de la damisela transgresora, a quien la hechicera ha expulsado de la torre protectora. Vive exiliada con su hija, el fruto de su pecado; el príncipe, padre de la hija y culpable del pecado que la concibió, ha sido expulsado también, y Rapunzel no sabe su paradero. En su versión contemporánea, Palomero nos ofrece una Rapunzel, viviendo su exilio en penitencia y vergüenza, obedeciendo las expectativas con las que fue criada – y lo hace recreando la cárcel de la hechicera, intentando mantener a su hija, Celia, a salvo de los peligros que una vez destrozaron su vida. De nuevo llega el príncipe para romper el claustro de Celia – pero en forma de una nueva compañera de clase, adelantada en su adolescencia, quien se convierte en amiga de Celia y le inspira a traspasar los límites que su mamá le ha impuesto. Esta nueva Brisa le agita el pelo a Celia, y ésta cuestiona su encierro, que ahora consiste no sólo en la torre / apartamento de su mamá, sino también de un colegio católico, regido y vigilado por monjas “brujiles”.
Muchas imágenes revelan este subtexto: Celia, cepillándose los dientes, cuestiona con su madre la existencia de Dios; insatisfecha con su respuesta, se desata la trenza, gesto de rebeldía de la Rapunzel original. Pero Celia también se inclina para escupir sobre una cruz, formada por el reflejo de la manija de la puerta. Luego Celia y Brisa, la fuente de estas dudas religiosas, se burlan de las prohibiciones de las monjas, jugando agitadamente sobre una cama en el convento, exactamente como Rapunzel y su príncipe habían hecho en la torre de la hechicera, y provocan así la ira de sus guardianas. Brisa invita a Celia a que le acompañe a su reino, a Barcelona… pero Celia vacila, afirmando que su mamá no le deja. Los ecos del cuento de los Grimm son inevitables.
Pero esta vez, Celia rompe el ciclo, y subvierte la magia que surge del sufrimiento – sus lágrimas- para salvar de la ceguera, no al príncipe peregrino, ni a sí misma…sino a su madre, víctima – la última – de los claustros y de las torres. Celia subvierte la magia y encuentra una nueva solución al verdadero problema, que sólo ella ha podido descifrar. Sus lágrimas milagrosas le revelan a su mamá la verdad: los “peligros” que la han llevado a vigilar la virginidad de Celia, no son más que cuentos y leyendas; que el exilio al que fueron condenadas, ha sido más bien una liberación, en la que no hace falta padre ninguno, ni hechiceras celosas. Celia reescribe el cuento, y se torna heroína. La verdadera ruina de Rapunzel había sido el cautiverio; y el exilio, su libertad.
Bibliografía
- Goldstein, Hank (2016). Fare Thee Well [Canción]. Music of Freeplay.
- Hermanos Grimm (2018). Cuentos de los Hermanos Grimm. Editorial Austral.
- Palomero, Pilar (Directora). (2020). Las niñas [Película]. BTeam Pictures.
- Rowe, Karen E (1979). Feminism and Fairy Tales. Women’s Studies, 6(3), 237-257.
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ISSN: 2659-4269
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Universidad Carlos III de Madrid