Tecmerin. Revista de Ensayos Audiovisuales

Nº 1 – 2018

Cuadrante solar

Luis Lechosa, artista audiovisual

Cómo citar este artículo: Lechosa, L. (2018) Cuadrante solar / Solar quadrant. Tecmerin. Revista de Ensayos Audiovisuales, 1(2).  ISSN: 2659-4269

El tiempo se partía.

La luz separó las noches de los días. Las estrellas ayudaron a las culturas de la antigüedad a dividir estos intervalos naturales de la rotación de la tierra en horas. Doce para la nocturnidad del caos y los peligros, y doce más para la divinidad del sol y la vida que genera. Las horas fragmentaron así nuestro tiempo de todos los tiempos y de vuelta miramos al sol.

Pero ya no bastaban las horas. La precisión de la vida requería minutos y segundos; y después fotogramas. Veinticuatro por segundo entre la luz que incide a través de la película y la oscuridad del espacio, que generan juntos la ilusión del movimiento.

Kurosawa, en un valiente acto cinematográfico, durante la filmación de su película Rashômon (1950) dedica la primera mirada directa al sol desde una cámara de cine. Su aliada en la innovación cinematográfica es la sombra de un frondoso bosque en el camino del leñador. El riesgo que asumió el japonés de que su dispositivo saliera ardiendo en llamas permitió el retrato al sol a posteriori por autoras y autores de diversas sensibilidades.

La fotosíntesis bajo las ramas no se queda aislada en la observación valiente de Kurosawa. Como contrapunto, Nathaniel Dorsky nos sumerge en su sensual mundo recreándose en los intermitentes reflejos del sol sobre el agua que proyecta a su vez un bosque igual de frondoso pero silente. Su profundo sentido de introspección conecta con la mirada a través de las ramas de Stephen Broomer llenando el bosque de una espiritualidad luminosa.

Ya en la ciudad, Jennifer Reeves mira al sol con cierta agorafobia. Entre el ruido urbano y los edificios busca su experiencia emocional que escapa del entramado social en el que se encuentra. Es el sol de Reeves un sol que espera a que las nubes lo dejen de cubrir generando una textura de nostalgia. Entre los edificios de Tokio de Sans soleil, Chris Marker, sitúa a un rojo sol en un lugar perdido de la memoria ya sea personal o global.

Naomi Kawase desde la poesía de sus imágenes enmarca al sol en una ventana. Sus rayos se asoman al interior de la casa y su exclamación denota una admiración desde su profunda y sensible intimidad. De una manera más física pero también desde su ventana Sarah Pucill reflexiona sobre la materialidad de la luz cegadora experimentado con su cuerpo y el espacio de su apartamento.

La voz de Eric Pauwles emerge con la ceguera del diafragma de su cámara aludiendo al cine como “el único lugar en el que puedes mirar al sol y a la muerte a la cara”. Recoge así, elementos que nos adentran en el complejo mundo interior del autor que enfrenta la muerte de su madre. Al igual que Bill Viola en The Passing, Pauwels realiza un viaje marcado por el proceso de separación y configuración de la propia identidad. Sin embargo el videoartista se abstrae dentro de la belleza de su imagen solar carente de narratividad pero que sitúa al astro en un vacío de oscuridad, acorde a la pérdida de su padre.

El cine, o el arte desde sus inicios ha transitado por caminos auto referenciales. Las miradas de dos autores como David Perlov y Guy Sherwin miran al sol desde la ventanilla de un coche. El primero, mira al horizonte volviendo a su pueblo deteniendo su cámara en el sol definiéndolo como una ilusión óptica llena de autoconocimiento. Sherwin desde el coche hace un ejercicio de memoria interesante al colocarse en el punto de vista de su hija con el sobre título “look – the sun’s coming with us” en Messages.

Desde la cubierta de un barco Jonas Mekas se pregunta que significarán en el futuro las imágenes que ha registrado para sus hijos. Y son otros los que también contemplan al astro solar cuando este cae sobre el horizonte del mar. Es destacable el diálogo que se genera entre Eric Rohmer y Tacita Dean acerca del rayo verde que ambos retratan con el celuloide.

Todos miraron al sol con detenimiento, a veces se concentraba en un parpadeante fotograma de Rose Lowder, otras se contemplaba en los largos cielos de Hutton o Benning. Dentro de la sala el cosmos era mirado sin su presencia. El sol cabía ya en la pantalla, sus rayos surgían del proyector, su brillo de la película y la mirada de una cámara. En el Cuadrante solar se unen todas esas miradas en una sola. El tiempo con el sol partía y se partía.

Tecmerin. Revista de Ensayos Audiovisuales
ISSN: 2659-4269
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Universidad Carlos III de Madrid