Tecmerin. Revista de Ensayos Audiovisuales

Nº 10 – 2022 (2)

De una orilla a la otra

Valentín Vía Vázquez (Universidad Rovira i Virgili)

Cómo citar este artículo:  Vía Vázquez, V. (2022) De una orilla a la otra / From one shore to the otherTecmerin. Revista de Ensayos Audiovisuales, 10, 2022(2). ISSN: 2659-4269

Una orilla es un paisaje cambiante, alterado según la marea y no permite establecer una ubicación de una forma exacta o precisa. La orilla remite a una frontera móvil, según expone Diego Parente (2003). Ésta delimita un estado y configuración de un territorio. En la orilla no es posible que se convierta en un espacio de subsunción o de políticas contemporáneas extractivistas (Nuñez Rodríguez, 2020), tal y como sucede con el mar. En el fondo de éste aún yacen materias primas que son el motor del presente y del futuro, pero también es en el mar, en el océano, dónde se hallan los microorganismos y el lugar dónde emergen las imágenes. Más allá del término freudiano de la «sensación oceánica» que ha desarrollado desde una constelación fílmica la teórica y comisaria Erika Balsom en su obra An Oceanic feeling: Cinema and the Sea (2018), la presente disertación tiene la intención de situar en la contemporaneidad un conjunto de relaciones formales, iconográficas y contextuales en relación con el paisaje filmado desde la orilla. Todo esto pone en común un diálogo transfronterizo y alejado de la terra ferma, en un conjunto de obras de distintas cineastas iberoamericanas. Más allá de sus fronteras y de la porción de frontera móvil que filman, en sus obras aparecen instantes efímeros en los que se entrecruzan el mar y la tierra. Es así como expone Romain Rolland en el texto introductorio de Erika Balsom (2018) que se configura un conjunto de relaciones entre las cineastas en relación con el mundo exterior al que se enfrentan con su cámara. Esta dualidad de tierra y agua, de percepción física de uno mismo y su proyección con todo aquello externo, pone en manifiesto esta relación de las cineastas, pero también su relación con el dispositivo fílmico para abordar y desabordar todo aquello que les rodea.

Más allá de un atlas cartográfico de la posición en la que ocupa y reside cada cineasta, la orilla actúa como un elemento iconográfico que vehicula el imaginario fílmico de cada una de ellas. En ese horizonte antrópico y de sentido [1], se desvanece cualquier atisbo de nueva vida, en ese agua trasciende el sentido topográfico y de la atracción geográfica convertida en emotion (Bruno, 2018: 173). La orilla, así con su confluencia con el agua, genera un viaje sensorial y contemplativo. Aunque estas orillas no pueden funcionar por separado en tanto que agua (del mar) y tierra. Existe una necesidad mutua de unirse y de formar un conjunto de contacto, una imagen que en su referente captura una tautología. La orilla filmada no deja de ser una confluencia de reproducción constante en un contacto entre dos estados: aquello sólido con lo líquido. Pero también la cámara permite capturar instantes de un movimiento tanto de los cuerpos que pueblan dichos espacios como de las aguas que a su paso arrastran y dejan en la orilla rastros que se acumulan en el tiempo. 

El conjunto de las orillas se expanden hacia un carácter tridimensional del espacio social por el cuál las superficies de las aguas separan y unen altura y profundidad, según Henri Lefevbre (2013). En las orillas se unen dos espacios llanos, superficiales. En estas obras no existe esa visión distorsionada del agua en sus diferentes capas de profundidad, tal y como experimentaba Barbara Hammer en Pond and waterfall (1982), sino que hay un roce; un tocar que deviene de la inmensidad abstracta y fluida que es el agua, el mar. Esta disertación se ha ejecutado tomando como punto de partida obras producidas en los últimos años teniendo en cuenta la (trans)nacionalidad de las cineastas así como su trayectoria para configurar una constelación de las orillas.

Desde la experimentación formal y la necesidad de tocar las imágenes pasando por la construcción de un horizonte en su sentido más plástico de Valentina Alvarado Matos hasta los transatlánticos tocados por las manos de Ana Vaz. Las mariscadoras que cultivan y cavan en el filme de Diana Toucedo y los estudios pictóricos del Río Paraguay de Paz Encina, teniendo en cuenta la disección de los organismos que habitan Iberia (Argentina) de la mano de Sarah Jessica Rinland. Volviendo a las costas de Galicia y sus abstracciones sonoras y visuales, por parte de Carla Andrade y el rumor del oleaje en un cabo de Finisterre de Xisela Franco. Emprendiendo un viaje hacia las Islas Canarias, a lo lejos, aparecen las orillas del cine de Helena Girón y Samuel Delgado y, si se cruzase el Atlántico, encontraríamos las orillas filmadas en su proceso de descontaminación en Vieques (Puerto Rico) que Beatriz Santiago Muñoz filma en un blanco y negro contrastado. Las imágenes poéticas de Claudio Willer, donde el mar y la costa toman una importante función simbólica en la obra de Priscyla Bettim y Renato Coelho. En un intento de imaginar distintas orillas al mismo tiempo, nos topamos con la obra de Andrea Franco y, el cine de Los Ingrávidos, hace uso de la yuxtaposición del ciclo natural donde intervienen el agua, la tierra y la vegetación. De la poética de Laura Moreno Bueno en las costas del País Vasco al paisaje antrópico de Irati Gorostidi y Arantza Santesteban, a los diarios y paisajes aleatorios de Julieta Averbuj así como el viaje en dos fases por el reino de los sentidos en la obra de Ada Taberna, todas ellas bañadas por la misma agua, sea en las orillas de un río o en su desembocadura, en acantilados y rocas afiladas o en el horizonte o en su abstracción formal, las imágenes se tocan, se bañan y se mezclan como el fluido del agua, tocando en ojos del espectador; la tierra, la orilla.

Notas

[1]  Luciano Espinosa Rubio (2014: 38), distingue dos tipos de horizontes: el antrópico que se trataría de aquel que mantiene distintas modificaciones técnicas del suelo, así como el horizonte de sentido que se referiría a la dimensión imaginaria de éste.

Bibliografía

  • Balsom, E. (2018). An Oceanic feeling: Cinema and the Sea. Nueva Zelanda: Govett-Brewster Art Gallery / Len Lye Centre.
  • Bruno, G. (2018). Atlas of Emotion: Journeys in Art, Architecture, and Film. Nueva York: Verso.
  • Espinosa Rubio, L. (2014). Una antropología filosófica del paisaje. Enrahonar. Quaderns de Filosofia, 53, pp. 29.42.
  • Lefevbre, H. (2013). La producción del espacio. Madrid: Capitán Swing.
  • Nuñez Rodríguez, V. (2020). El capital rumbo al mar. Una nueva era minera: minería marina. Ciudad de México: Editorial Itaca.
  • Parente, D. (2003). Orillas de la Filosofía. Un ensayo sobre/desde las fronteras de lo filosófico. A parte rei. Revista de filosofía, 29, pp. 1-6.

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